¡HOLA PAPUCHI! (Parte II) Publicado el 20/08/2022 Por Dios

¡HOLA PAPUCHI! (Parte II)

Contrariamente a lo que esperaba, rápidamente se quedó dormido. Pero a diferencia de tantos otros miles de noches, esta vez soñó con una mujer sin rostro que lo sometía a una verdadera maratón sexual. Se despertó varias veces, sobresaltado, para volver apenas a dormitar y a ser visitado por las mismas ensoñaciones, de un enorme realismo. En cada ocasión, observó que tenía una erección de la mayor importancia, pero ya no era capaz de distinguir entre lo soñado y lo real. Así pasó una de las noches más raras de su vida. Hasta que llegó la mañana y escuchó casi con alivio el latoso sonido del despertador que le indicaba que debía recomenzar su rutina.
Porque lo que él ignoraba es que la jornada anterior era apenas el comienzo de una seguidilla de torturantes días. Tanto en la oficina como en su departamento, las llamadas de la ignota sexópata se sucedían, ante la reiterada reprimenda del jefe cuando eran en horas de trabajo. Tan harto como asustado, juntó todo el coraje que nunca tuvo y decidió denunciar el hecho en la comisaría de la zona. Ya casi no dormía, estaba perdiendo el apetito y se debilitaba notablemente por la angustia que le causaban las flamígeras comunicaciones de la desconocida, que aumentaban en ardor con el correr de los días.
Ante la sardónica mirada del oficial de turno, sonrojado hasta el oprobio y tartamudeando como una ametralladora, radicó una denuncia por “acoso indecente” en la oficina policial, deseando en su fuero más íntimo que con eso alcanzara para terminar con aquel suplicio. Pero no fue así.

Tarde a tarde, noche a noche, se repetía la unilateral comunicación, hasta que al cabo de una semana Gregorio creyó tocar las cimas del pánico, cuando escuchó: “Papuchito…por fin llegó el día; mañana nos encontramos, si o si, y te voy a hacer conocer el cielo, mi macho cabrío. Prepara la bañadera, saca las cosas de arriba del placar, cuelga el columpio y deja todos los juguetes a mano, que empieza la fiesta. ¡Ay, estoy contando los minutos que faltan para sentirte dentro mío, cosita! Bueno, chau; descansa mucho que lo vas a necesitar, bombonazo”.


Eso colmó al pobre Gregorio. El día siguiente…y no aclaró lugar, ni hora, para peor. Luego de una noche de pesadilla y una jornada de oficina pendiente del teléfono (¡que esta vez no sonó!), el pobre diablo abandonó la empresa, más aterrado que nunca. Recordar el tortuoso placer que por instantes sintió en los lujuriosos sueños que le provocaron las llamadas no le alcanzaba para compensar el pánico que sentía ante la posibilidad de un encuentro con tan ardiente y desconocida mujer.

Esas cosas no eran para él. Le quedaba la vaga esperanza que la Policía hubiera dispuesto, como le prometió, una custodia frente a su domicilio. Pero era muy poco probable, a juzgar por la sorna con la que tomaron la denuncia. En efecto; no se veía uniformado alguno en las inmediaciones.
¡Que sea lo que Dios quiera!, pensó entre estertores, al tiempo que se acercaba a su domicilio. Entró al edificio con toda la cautela posible, llegó hasta el mugroso pasillo con paso tambaleante, y finalmente juntó arrojo para entrar al departamento.

La puerta estaba forzada y abierta, y sintió que el corazón se le detenía. Al entrar, y ante que pudiera hacer nada, vio que enceguecedoras luces de reflectores y cámaras de televisión se posaban sobre la imponente figura de una portentosa mujer rubia, apenas ataviada con un diminuto y transparente “Baby Doll”, que portaba una botella de champán en su mano derecha y se le acercaba diciendo: “¡Hola, papuchi, sos el feliz ganador de SEX EXPRESS, el concurso que hace realidad tus sueños eróticos. Te elegimos entre cinco mil candidatos anónimos para que pases la noche de tus sueños conmigo. Sácate todo y ven a la cama, que vamos a filmar para el canal EROTIC SHOCK, que auspicia todo esto. ¡Te van a ver en todo el mundo, tigre!”. Y las luces se posaron sobre él, al tiempo que la mujer se le arrojaba encima y lo cubría de besos.
Esas fueron las últimas palabras que escuchó Gregorio antes de desmayarse y caer redondamente al piso. De allí, a la unidad de terapia intensiva del hospital más próximo, a raíz de un paro cardíaco, y luego al cementerio, porque a los pocos días falleció sin poder reponerse de la fatal impresión de ver a aquella hembra, ni del estrés de esos días, y sin comprender lo que estaba pasando.

Eso si: el canal Erotic Sock pagó todos los gastos de la internación y el sepelio.

Comentarios (1)

J.L.

hace 1 año

juaaaaaaaaaaaa, muy bueno

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