Masters y Johnson, los gurús de una revolución sexual.
Los años 60′ del siglo pasado fueron una época revulsiva, qué duda cabe. Rebeldes como pocas veces, las masas (particularmente los jóvenes) se oponían a casi todo lo que tuviera forma de obligación impuesta por el Estado o sus socios corporativos. Una de sus “marcas registradas” fue el trabajo de la pareja de sexólogos Masters y Johnson, claros guías de la respuesta sexual humana.
El hipismo, el rock de aquellos tiempos (ya lejos de sus primeras manifestaciones, como Elvis Presley o Bill Haley y lanzado a la más feroz experimentación) las drogas alucinógenas, el rechazo a la guerra de Vietnam, el peligro de la “guerra fría”, el asesinato de John F. Kennedy y demás hechos revulsivos, configuraban un panorama de “antes y después”.
Por cierto, las conductas sexuales no quedaron al margen, y tuvieron su propia revolución. A la enorme relajación de las costumbres amatorias que impulsaban los movimientos juveniles, se sumó la popularización de la píldora anticonceptiva. Creada en 1956 y que 10 años después tenía varios millones de consumidoras en toda América.
Toda revolución tiene sus guías
La pareja William Masters y Virginia Johnson han sido sin duda los sexólogos más populares del siglo pasado, debido a sus investigaciones sobre la respuesta sexual humana. Sus libros fueron Bestsellers y tenían una visibilidad comparable al de las estrellas de Rock. Y una capacidad similar para escandalizar al establishment.
Uno de sus principales hallazgos de este estudio, fue el descubrimiento del fundamental papel del clítoris en el orgasmo femenino. Hasta entonces, predominaba la idea freudiana del “orgasmo vaginal” como ideal de オルガスム. La investigación de Masters y Johnson, los gurús de una revolución en su apogeo, demostró que la estimulación vaginal no era demasiado relevante respecto al orgasmo femenino.
Fue así que “pusieron en valor” un órgano que había sido descubierto por el anatomista y cirujano Mateo Renaldo Colón, en la Italia del siglo XVI. Eso le valió la persecución inquisitorial, porque dijo que ese apéndice no tenía más utilidad que provocar placer.
En realidad, su “descubrimiento”, por llamarlo de alguna manera, también se lo atribuyen otros dos anatomistas de la época. Y un historiador contemporáneo a estos científicos manifiesta que en realidad al clítoris se lo conoce desde el siglo II.
Como sea, fueron William Masters y Virginia Johnson quienes le dieron popularidad, usando los medios de difusión, ya muy masivos, de la época. Otro de sus aportes fue ser los padres de las terapias sexuales y el asesoramiento sexológico tal como las conocemos hoy. Por eso se los considera “los gurús de la revolución sexual”
“La respuesta sexual humana”
Tal fue el título del libro que cambió la visión del sexo en occidente. Y como jamás se quedaron quietos, ya con una avanzada edad (en 1994) publicaron otro volumen que 28 años después del primero le daba otro enfoque. “Heterosexualidad”, dándole a su trabajo una visión desde un plano más “afectivo” y contemplando las emociones. Algo muy distinto al muy fisiológico de su obra más famosa.
En lo central, el modelo de terapia sexual de Masters y Johnson dividía la respuesta sexual humana en 4 grandes fases: fase de excitación, fase de meseta, fase orgásmica y fase de resolución. Se diferenciaron con el método de Alfred Kinsey, el padre de la investigación sexual. Este científico, en las décadas del 40 y 50 del siglo pasado, publicó informes sobre la conducta sexual humana, basándose solo en entrevistas que hizo a decenas de personas.
Masters y Johnson hicieron algo completamente distinto. Para escándalo de muchos, esta pareja de gurús de la revolución sexual (ella psicóloga, el ginecólogo) fue mucho más allá: tomaban notas de las reacciones de los voluntarios que accedían a ser analizados en pleno acto sexual. Registraban los tiempos. Les ponían electrodos a parejas de amantes para monitorearlos mejor mientras tenían relaciones en un laboratorio. Usaban electrocardiógrafos, vibradores, cámaras, etc.
Por esos métodos (que les valieron el mote de pervertidos, voyeurs y cosas peores) y por las conclusiones que sacaron, Masters y Johnson fueron una bisagra en la investigación sobre el sexo y su percepción en el mundo occidental.
EL LEGADO
Además de su obra más conocida, “La respuesta sexual humana” (1966), estos gurús de la revolución sexual publicaron “Incompatibilidad sexual humana” (1970), “El vínculo del placer” (1975), y la ya mencionada “Heterosexualidad” (1994). Todas fueron obras fundamentales de la sexología y grandes bestsellers.
“Simplemente, quiero responder una pregunta: ¿qué ocurre en el cuerpo durante el sexo?”, decía Virginia Johnson. Respondieron eso y también derribaron mitos, educaron y mejoraron la vida sexual de las personas, todo contra los prejuicios de la época. No solo por un tabú moral: la comunidad científica no consideraba el sexo como objeto de estudio muy válido o interesante, hasta que llegaron ellos. Como bien se dijo, “sacaron el sexo de la alcoba y lo pusieron en el laboratorio”.
Hoy, cuando han caído casi todos los prejuicios y tanto las インディペンデントエスコート como mujeres de todas las profesiones dan y reciben placer sexual sin mayores problemas, es bueno recodar a quienes hicieron mucho para que sea posible.
William Masters falleció en 2001, a los 85 años, y Virginia Johnson en 2013, con 88.