Palacio de los bichos: historia de un amor, una tragedia y una fiesta fantasmal Publicado el 22/03/2022 Por Dios

Palacio de los bichos: historia de un amor, una tragedia y una fiesta fantasmal

Quiero hacer la salvedad de que en el libro “Historia de los barrios de Buenos Aires”, del historiador Vicente Cutolo se recoge otra versión del periodista José César Rodríguez Nanni con respecto a esta leyenda: nunca existió el magnate italiano, ni los novios, ni el fantasma, personajes todos de una leyenda urbana, sino que la casa fue construida con un fin “non sancto”. Es decir que allí funcionaría un prostíbulo para gente adinerada; proyecto que despertó el enojo de los vecinos de entonces, quienes seguramente fueron dándole forma a la leyenda para ahuyentar a los interesados.

Ahora vamos a la leyenda en cuestión:

En la zona de casas bajas del barrio de Villa de Parque emerge una mansión de cinco pisos con una cúpula en lo alto del edificio; el castillo es conocido como el Palacio de los Bichos y guarda una rica historia de amor, tragedia y misterio. Se encuentra en la calle Campana 3220.

La leyenda de este palacio es conocida por los vecinos del barrio, su imponente presencia despierta curiosidad a cualquier persona que no sea de la zona y pase por allí. No hay vecino que quiera despejar las dudas a los transeúntes que quieran conocer detalles del edificio.

El castillo fue bautizado como “Palacio de los Bichos”, porque en sus orígenes la construcción estaba ornamentada por gárgolas con formas de animales y bichos. Para conocer la legendaria historia del lugar tenemos que remontarnos a fines del siglo XIX.

Allá por esos años un rico italiano que vivía en Salerno de nombre Rafael Giordano –descendiente del célebre pintor Giordano- y su esposa Vittoria D’Olvilli deciden embarcarse a la aventura de echar raíces en la lejana América.

En este viaje llevan a su pequeña hija Lucía y deciden ir a la Argentina. Los Giordano contaban con una holgada posición económica y, luego de recorrer varias zonas de la ciudad de Buenos Aires, deciden instalarse en una zona de quintas al oeste del centro porque le recordaba a su ciudad natal; años después esa zona se denominará Villa del Parque.

Giordano comenzó a hacer negocios y a acrecentar su fortuna. En forma inmediata perteneció a la alta sociedad porteña de su época, se lo podía ver en el club del progreso o en el lujoso Plaza Hotel tomando café y cerveza con sus amigos.
Rafael, Vittoria y Lucia Giordano vivían felices en aquella zona de quintas. La hija de ambos iba a un colegio en Monserrat y llevaba siempre excelentes calificaciones entre primaria y secundaria, era el orgullo de su padre.

Lucía creció y su padre instó a que haga una carrera universitaria, ella decidió hacer la carrera de medicina. En aquella época ser médica era un futuro asegurado. Pasaron pocos años y notó que su vocación estaba lejos de la medicina y se empezó a interesar por la música, especialmente por el piano. Si bien su padre renegaba de aquella decisión, ya que tenía muchas ilusiones en tener una hija doctora, fue su esposa quién lo convenció de que la carrera no era para su hija y que con la música se iba a desarrollar en plenitud.
Lucía abandonó la universidad y fue al conservatorio de música para estudiar piano. Como era de imaginar, era una alumna sobresaliente y aprendió en forma rápida a tocar el instrumento. Quienes la conocían disfrutaban de las melodías que ella tocaba con mucha pasión.
En el conservatorio Lucía conoció a un joven que estudiaba violín y sería el gran amor de su vida y protagonista de la tragedia de esta historia. Su nombre es Ángel Lemos, de apenas 22 años luego de recibirse de farmacéutico quería dedicarse a su otra pasión, el violín.

Ángel Lemos proviene de una familia del centro de la ciudad de Buenos Aires, su padre era director de una importante tienda general de aquella época. Era oriundo de San Telmo, pero las distancias no eran obstáculo para que los jóvenes confluyeran en su amor.
Esta relación fue rápidamente aprobada por Giordano, y en el tiempo, las familias Giordano y Lemos trazaron una hermosa amistad a través del noviazgo de sus hijos. Lucía era hija única, pero Ángel tenía seis hermanos más, por ello la pareja quería –en un futuro- formar una familia prolífica, ella porque no tuvo hermanos y él porque gustaba de las familias numerosas como la suya.

Cuando los novios le avisan a Rafael su decisión de casarse, este les dijo que de regalo de bodas les va a construir una mansión cerca de su casa para que ellos vivan.
Es así que le encargo al arquitecto Muñoz González la construcción de un palacio distinguido y que pueda ser visto por todos los vecinos del lugar. La mansión de cinco pisos con balcones fue terminada antes de la boda. Por ello Rafael decidió festejarla en la misma mansión.

La fecha elegida fue el 1° de abril de 1911, aquella noche de otoño la temperatura estaba agradable y no había ninguna amenaza de lluvias, por ello la fiesta fue placentera y divertida. Por el camino de tierra llegaban automóviles lujosos de la época y un chofer de ropa elegante característica abría la puerta para que los invitados pudieran ingresar a la recepción de la boda.
Doña Vittoria se encargó de los detalles de la fiesta, había músicos que siempre animaban la fiesta, no podían faltar las bebidas y canapés, algunos decían que era uno de los eventos sociales más importantes del año.

Los novios estaban muy felices, tenían muchos proyectos juntos, ella de formar una nueva familia y él de formar negocios farmacéuticos con el capital que le fuera regalado por su familia. Todos disfrutaban de ese romance que, a veces, era envidiado por algunos.
Cerca de las cinco de la mañana la fiesta estaba por finalizar, el automóvil que los iba a llevar al centro los esperaba del otro lado de las vías del tren que quedaba a escasos treinta metros de la mansión.

Se dice que el chofer los esperaba en ese lugar porque en la calle de tierra donde se encuentra la mansión las vías estaban levantadas y la calle que tiene el camino al nivel de las vías –donde normalmente pasan los automóviles- estaba inundada por una fuerte lluvia en los días anteriores. Los autos de aquella época tenían neumáticos muy angostos y frágiles y pasar las vías levantas podía dañan las ruedas, por ello se estimó que era más fácil que los novios cruzaran las vías a que el auto anduviera kilómetros para encontrar un paso a nivel.

Esa decisión sería culminante para la historia del palacio de los bichos. Esa noche, era cuarto menguante por eso no había una luna que aclarara el lugar, las luces románticas de la calle eran de velas porque aún no había alumbrado público eléctrico, es por ello que no había mucha visión.
Los invitados salieron a los balcones del palacio para saludar a los novios que estaban en la calle dirigiéndose al automóvil en el otro lado de las vías. Entre los que saludaban estaban los padres de los contrayentes.

Mientras los novios saludaban, el tren del Sur al Pacífico se dirigía hacia la estación de Retiro. A pesar de que la estación estaba cerca, el tren era de carga por eso no tenía parada hasta la estación central. La luminosidad era tenue porque esos vagones no tenían una fuerte luz.
En el instante en que los novios cruzaban las vías saludando a los invitados, el tren impacta sobre ellos dejando sus restos esparcidos a cien metros del lugar. Los invitados observaron atónitos la tragedia, los porteros y mozos que se encontraban en la salida corrieron apresurados hacia donde se encontraban las víctimas, pero nada pudo hacerse, ambos novios murieron en el acto.

El tren nunca frenó y el chofer se enteró del accidente en la estación de Retiro cuando las autoridades lo fueron a buscar y lo anoticiaron de lo sucedido. El ferroviario alegó que la máquina era tan ruidosa y había tan poca luz en la zona que nunca pudo advertir la presencia de las víctimas y el impacto.
Rafael Giordano y su esposa cayeron en una profunda depresión, pues el día más feliz de su vida se convirtió en un segundo en el peor día de su vida. Había muerto su única hija y su yerno en su propio casamiento.

Los diarios de la época no relatan la crónica de lo sucedido porque Giordano no quería que se contara ningún detalle del accidente, su dolor lo sentía tan privado que no lo quería compartir con nadie. Es por ello que decidió volverse a su Salerno natal para nunca más volver, llevando consigo los cuerpos de su hija y yerno para darle sepultura en el cementerio local.
Sentía tanto desprecio por la mansión en donde vio morir a su hija que resolvió tapiarlo y no venderlo para que nadie viva nunca más en ella. Ese casamiento fue el único hecho donde el palacio brilló en todo su esplendor.

El tiempo pasaba y la zona donde se encontraba el palacio se estaba parcelando y construyendo viviendas a su alrededor. Alrededor de la mitad de los años 20′ un hecho peculiar sucedió en aquel barrio. Un día de otoño un vecino le reclamó a otro el haber realizado una fiesta con música fuerte hasta altas horas de la noche, cuando le dijo que no había sido él la recriminación fue dirigida a otro vecino y obtuvo la misma respuesta. Una vez indagado todos los vecinos la conclusión era que nadie hizo la fiesta o uno estaba mintiendo.

Exactamente, un año después uno de los vecinos se levanta abruptamente de la cama porque una fuerte música venía de la calle y no lo dejaba dormir en altas horas de la noche. Advertido de que quién hace la fiesta podría negarlo decide salir para ubicar el lugar de tanto barullo. Otros vecinos toman la misma decisión.

Buscan la casa de donde viene la fiesta y no encuentran ningún vecino de festejo. Enfocan sus miradas al único lugar abandonado: EL Palacio de los Bichos. Para sorpresa de todos, la música salía de ese lugar, además se podía observar algunas siluetas de personas bailando en su interior.
El tren del Sur al Pacífico continuaba con el mismo plan de recorrido que hizo aquel día del fatídico trayecto. En el momento en que pasa el ferrocarril a la misma hora que ocurrió la tragedia años atrás, se deja de oír abruptamente la música y desaparecen en el mismo instante las figuras que se observaban en movimiento.

Este fue el inicio de varios sucesos fantasmagóricos que se producirían en el tiempo. Hubo denuncias de escuchar gritos de espanto de una mujer y ruidos en el palacio, como así también espectros que traspasaban paredes. Otro maleficio se agrega a esta historia, pues el deseo de Rafael Giordano de que no se conocieran los detalles de la muerte de su hija y su yerno era tan fuerte que quienes investigaban y escribían sobre el hecho sufrían extrañas enfermedades o percances que no le permitía continuar con el trabajo.
En los años noventa el edificio fue reciclado y se quitaron las gárgolas características que le dieron al palacio su nombre. Hoy funciona un edificio de viviendas particulares y un amplio spa en planta baja.

El Palacio de los Bichos cuenta una historia tan fuerte del barrio que su figura se encuentra estampada en el escudo oficial. Es así que pasan los años y la leyenda se mantiene viva en el barrio porque a pesar de ser una historia de tragedias y misterio, no deja de ser la historia de amor de Lucia y Ángel una historia de amor del barrio de Villa del Parque.

Este es otro de esos relatos que tanto nos atraen por lo misterioso y porque siempre nos dejan con ganas de saber más, ya que, según el refrán “se non è vero, è ben trovato” (significa que si lo que se cuenta no es verdad, está bien contado).

Komentar (1)

Gustavo.

2 tahun yang lalu

Excelente relato. Felicitaciones.. Soy Gustavo de V. del Parque y siempre tuve intriga de conocer esa extraña construcción. Gracias

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